Huracán Dorian: Somos lo que ensayamos

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Este post está escrito por Cecilia Díaz-Candelas, una madre puertorriqueña afectada por el huracán María. Lea mientras comparte cómo se sintió su familia cuando el huracán Dorian se acercaba a Puerto Rico. 

Por las mañanas de camino a la escuelita de Estrella llevamos una rutina corta y amena. Recitamos el Credo de Nicea. Se lo leo con el trasfondo musical de ‘Preparation’ del sound track de ‘Le Petit Prince’ y luego cantamos ‘Credo’ por el compositor Ariel Ramírez cantada por Mercedes Sosa del álbum ‘Misa Criolla’. Luego reflexionamos sobre cómo Dios creo los cielos y la tierra y cómo Él cuida de nosotros. Es un ratito muy divertido y a Estrella le fascina. De hecho, si se me olvida, ella me recuerda la rutina ‘¡Mama el Credo!’. Pero el martes pasado ante la llegada de la tormenta yo no me sentía muy dada a reflexionar sobre el cuidado de Dios y su autoridad sobre la Tierra que Él creó.

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Un verso, entiendo que de la carta de Pablo a los Romanos y que dice algo así, ‘Todo obra para bien a los que aman al Señor’, merodeaba por mi mente. Pero yo pensaba con amargura ‘¡¿Cómo es que el huracán María obró para bien?! O si obró para bien, ¿Cómo se supone que yo vislumbre ese bien en la inmediatez de los preparativos a la entrada de otra tormenta en tan sólo las próximas horas, si ni siquiera he encontrado agua embotellada para mi familia aún y las filas estaban prohibitivas para familias con bebés?’. De hecho, vi una joven madre con un bebecito recién nacido que sí hizo esa fila a buscar esa agua, con todo y un calor muy fuerte en la calle, y la vi saliendo sin nada. Mi corazón se endureció un poco en ese momento. Esa imagen del día anterior me había dejado decepcionada con Dios hasta este momento. Y se supone que le repita a mi hija en esta mañana que Dios creó los cielos y la tierra y que cuida de nosotros. ¿Qué imagen de Dios se llevará cuando escuche esos vientos gritando llenos de ira en nuestro montecito en Carraízo? ¿Cómo se supone que le enseñe que estamos en manos de Dios y que Él quiere lo mejor para nosotros cuando haya escasez de agua y alimentos?

¿Qué pensará mi hija de un Dios que también crea huracanes y otros desastres naturales mucho peores?

Pero nada de eso estaba en la mente inocente de mi Estrellita, ella simplemente confía por completo en las verdades que yo le enseño, no tiene duda alguna que Dios cuida de ella mejor que papá y mamá. Esa mentira que entró al mundo con Adán no ha enraizado profundo en su corazón. Y mientras yo me recitaba la mentira internamente, ‘Dios no me ama’, ella sin pedir permiso ni ayuda comenzó a recitar lo que ensayamos cada mañana de camino a su escuelita: ‘Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo su Único Hijo’ Hasta ahí se lo había memorizado y yo no la iba a dejar sola, decidí ayudarla: ‘Señor Nuestro…’ Y mientras recitaba el Credo con ella como lo hacíamos todas las mañanas, me di cuenta que necesitaba recordarlo en ese momento más que nunca. ‘Hoy no es el momento para dejar esta práctica a un lado. Hoy más que nunca necesito recordar que mi vida y la de mi familia, mi casa, mi pueblo esta en las manos de Dios y podemos confiar, por mas difícil que sea, que Él cuida de nosotros y es un Dios ultra bondadoso. Y en esta época ansiosa más que nunca necesito recordar la verdad para poder vivir intencionalmente agradecida y confiada.’

Pero mi corazón seguía tenso.

Dejé a Estrella en su escuelita y fui a hacer compras nuevamente, no había agua tampoco así que compré más velas de las que necesito para dos años (y ya tenía suficiente en casa por lo que servirán de regalos de navidad). Fui a visitar a mis abuelos. Mi tía había conseguido cuatro cajas de botellas de agua para nosotros en la farmacia de la comunidad. Le di una a mi tío. Yamil fue a comprar un planta eléctrica y las habían puesto en especial, yesss. Estaba super agradecida pero seguía ansiosa ya que la tormenta cambiaba mas de ruta que de panty. El boletín de las cinco anunció que repetiría la ruta de María. Recogimos en casa de los abuelos y salimos a casa con prisa a hacer preparativos. Llame a mi amiga Amanda a ver si Ronnie iba a poder regresar de viaje al otro día. Recientemente descubrimos que el libro ‘The Hobbit’ que saqué de la biblioteca y me encuentro leyendo es exactamente la misma copia que ella había leído recientemente. De paso le pregunté si el marcador de búho que encontré en el libro era de ella y para su sorpresa lo era y me dijo que me lo quedara como regalo. Le conté sobre nuestro ensayo del Credo en la mañana y me alentó recordándome sobre como la fe de un niño modela precisamente la fe descansada y confiada que necesitamos.

Pero yo no podía descansar ante la inminente llegada de la tormenta, casi huracán, Dorian. Llegue a casa a recoger y organizarnos para su llegada. Nos acostamos tarde aunque pude leer un poco. Nos levantamos descansados a trabajar sin parar, olvide preparar el desayuno. La única que desayunó algo fue Mercedes y Estrella comió quenepas toda la mañana (de un tenedor, dato que tengo que proveer a las abuelas, por control de calidad de cuidado, de hecho dos tenedores, le tenía uno ready en lo que terminaba el otro). Comimos pizza. Se fue la luz y había ropa de cama sin secar. Regresó la luz y pude poner la ropa a secar y filtrar más agua pero Dorian no acababa de llegar, lo cual irónicamente me ponía más ansiosa.

Huracán Dorian no llegó.

Nos dio tiempo a pasar un ratito en familia, bañar y acostar a las nenas con calma, leyendo dos o tres libros, estirarme un poco y sentarnos en el balcón a reflexionar. Me quede pensando sobre cómo los niños, al igual que los hobbits, dependen completamente de nuestro cuidado en este mundo tan lleno de amenazas para su existencia. Pero al igual que un par de hobbits salvaron el mundo con su dependencia y sencilla presencia, los niños son una caja de sorpresas con herramientas exclusivamente suyas para combatir las peores crisis existenciales que se nos presentan a los adultos. Y sus mejores armas de combate son su dependencia de nosotros y sencillamente contentarse con dejarse ser como son.

Entonces cuando ensayamos nuestra fe a diario de manera simple, cultivamos las semillas de las verdades que fortalecen nuestra fe en esa tierra fértil de sus corazones. Y sus corazones sencillos dan fruto y se convierten en un modelo a seguir, en ese abrazo inocente que nos alivia. 

Huracán Dorian: Somos lo que ensayamosEllas durmiendo confiadas y yo sentada en mi balcón recordé tantas ocasiones en que el Señor había cuidado de mi y provisto mas abundantemente de lo que yo jamás hubiera podido proveerme a mi misma. Y cómo lo sigue haciendo, y cómo provee para toda la humanidad precisamente a través de la tierra que Él creó y que la sabe cuidar mejor que nosotros cuando nosotros aun estamos comenzando a entender las dinámicas de fertilidad de suelos luego de milenios de cultivarla. Porque precisamente buscando proveernos nosotros mismos sin Dios la hemos contaminado con un sin numero de tóxicos y aun así la tierra sigue dando algo de fruto para nuestra subsistencia, por Su gracia y misericordia. Y reflexionaba sobre cómo los desastres naturales sirven para limpiar los desastres humanos y sí pueden servir para mucho bien si respondemos de manera apropiada a su llamado de trabajar en sincronía con Su creación, confiando en Él y respetando los mecanismos que Él mismo creo. Y para poder trabajar su tierra apropiadamente dependemos completamente de Él como niños y necesitamos descansar a sus pies, escucharle y disfrutar de su compañía.

Recordé que Él es dueño de todo y es bueno. Todo obra para bien a los que aman al Señor.

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