Desde ya hace algún tiempo noto que en las reuniones de mamás se repite mucho la frase “yo no tengo tiempo”. “No tengo tiempo para hacer una cena saludable”. “No tengo tiempo para ejercitarme”. “No tengo tiempo para ser voluntaria en el colegio”. Lo más probable es que además de haberlo escuchado, también lo haya dicho más de una vez. Y más probable aún es que lo haya dicho en tono de queja. De manera que hoy, en el espíritu de ser cada día una mejor mamá emprendedora, las quiero invitar a que juntas dejemos de decir “Yo no tengo tiempo”.
Aclaremos algunos puntos
En primer lugar, creo que es importante concientizar es que el tiempo es un intangible. No lo podemos tocar con las manos y no lo podemos almacenar en una cajita. Del tiempo no nos podemos ocultar y mucho menos lo vamos a poder detener. Decir “no tengo tiempo” viene de tener la percepción de que podemos controlarlo, cuando en realidad no es así. El tiempo va a transcurrir, con o sin nuestro permiso.
En segundo lugar podemos acordar, sin caer en profundidades físicas o cuánticas, que el tiempo es una es medida. Es una escala con la que organizamos la separación o duración de eventos. Con el tiempo podemos organizar en secuencia lo que ya ocurrió (pasado), lo que está ocurriendo (presente) y lo que va a ocurrir (futuro). Si empezamos a ver el tiempo de esa manera parece más una herramienta de organización que un recurso escaso.
Tercero, y aquí requerimos ser sinceras con nosotras mismas, usualmente no es que no tenemos tiempo. Lo que ocurre frecuentemente es que el evento para el que hay que hacer tiempo no es importante para nosotras. Cuando decimos no tengo tiempo, estamos hablando más de nuestras prioridades y emociones que de nuestro reloj. ¿Se identifican?
Cambiando el lenguaje cambio la realidad
Por lo tanto, si acordamos que el tiempo transcurre con o sin nosotras y que es una herramienta para organizar las cosas que son prioridad en nuestra vida ¿vale la pena seguir quejándonos o usándolo de excusa para las cosas que en el fondo no queremos hacer? ¿Vale la pena que constantemente conectemos la maternidad con el “no tengo tiempo”? La realidad es que el día siempre va a tener los mismos 86,400 segundos y está en nuestras manos invertirlos en la vida que queremos tener.
En vez de decir “no tengo tiempo para…” voy a empezar a decir “no he agendado tiempo para…”. Creo que recordar siempre que tengo una agenda es un primer paso importante para percibir el tiempo como una herramienta a mi favor. Adicionalmente es una manera de poner en blanco y negro lo que es importante en mi día a día. Si hay espacio en la agenda es porque se alinea con lo que quiero lograr. Todo lo que quede por fuera francamente es una distracción. Así que agendaré más horas de ejercicio, tiempo para tomar un café con amigas y hasta tiempo para preparar una deliciosa cena en familia.
Prometo hacer mi mejor esfuerzo, y espero que tú que lo lees te animes también. Así, la próxima vez que nos veamos me cuentes sobre todo lo nuevo en tu vida para lo que SI has hecho tiempo.
Macy