Reinventarse: El Largo Camino de Vivir Lejos de Tu País

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Reinventarse: El Largo Camino de Vivir Lejos de Tu País

Estar lejos de tu gente, de tus costumbres, de tu lugar no es nada fácil. Ni siquiera frente a una Argentina tan devastada, de la que lamentablemente conozco más que quieren huir que quedarse. 

Uno empieza a valorar cosas increíbles como por ejemplo comerte un dulce que solo conseguís en tu país, comprar yerba mate (una infusión que si conoces a un Argentino te va a ofrecer casi después de decirte Hola), comer una rica carne y soñar con un “asado” bien lleno de todo lo que una barbeque o “parrilla” Argentina pueda soportar. Cuando vives lejos empezar a recorrer Spotify en busca de playlists que te hagan tele transportarte a un poco de tus raíces, buscas cada sonido, olor y pedacito de realidad que te haga sentir un poco más de acá pero siempre con tu corazón allá.

Estar lejos también te acerca a gente que quizá nunca imaginaste conocer. Hace seis años cuando nos mudamos nos recibieron con las manos abiertas y casi de inmediato estábamos cantando el feliz cumpleaños en un parque rodeados de argentinos. Los amigos que te da la expatriación pasan a ser casi tu familia, te dejan huella y seguramente queden en un lugar súper especial durante toda nuestra vida. Son esa mano que te acompaña y te ayuda, ese hombro que te sostiene para llorar y ese brindis que te ayuda a reírte por horas olvidando que en esta nueva tierra vos no sos el local. 

Estar lejos es reencontrarte con tu pareja, es rearmar tu familia donde no hay nadie más que nosotros, en las buenas y en las malas. Es llorar al menos una vez al mes, es caer y volver a levantarte. Reinventarte, volver a encontrar tu identidad tan lejos de casa. Es prender el Facebook o el Instagram casi desesperadamente para ver las fotos de los que quedaron allá y acompañarlos aunque sea a distancia. Son cumpleaños por Skype, días del amigo por correo y festejos con el “cuore” divido.

Estar lejos también es aprender nuevas culturas, ver que respetando al prójimo se puede hacer una sociedad mejor. Es aprender que los más chicos son tan sabios como los que pasan los sesenta. Es ver cómo nosotros como padres tenemos que confiar un poco más en ellos. Es escucharlos hablar de TU o en inglés con sus amigos y no decirles nada, solo acompañarlos. Aprender qué es un “playdate” que cuando crecen un poco más pasas a los “sleepovers”. Entender que para ir al parque siempre tenés que llevar tu botella de agua con un “snack” y que el alcohol en gel no puede faltar en tu cartera.

A todas esas mamás que están recién llegadas: fuerza, que lleva un poco de tiempo pero siempre se logra sentirse como en “casa” porque quizá las mejores palabras para escribirlo son en inglés. No es lo mismo una “house” que tu “home” y perdonen aquí mi mezcla de palabras e idiomas pero creo que todo se resume en algo tan simple como “Home is where your heart is”.